Rinocerontes en el cielo
¿Qué relación existe entre la luna llena, un rinoceronte y un helicóptero?. En este caso, son los principales protagonistas de una historia dura y real pero con un final feliz, que tiene lugar entre Sudáfrica y Botsuana.
En Sudáfrica, cada luna llena, los rangers de las reservas y parques, lejos de contemplar este fenómeno como algo bello o romántico, están más alerta que nunca. Saben que los cazadores furtivos aprovechan la visibilidad natural que esa luna llena brinda a la noche para matar a rinocerontes con la intención de extraerles sus cuernos.
Estos cuernos que, en el mercado negro de algunos países asiáticos, llegan a tener más valor que el oro o los diamantes, son considerados un importante símbolo de estatus social y se utilizan en la medicina tradicional china a modo de medicamento curalotodo y para potenciar la virilidad. Se calcula que se puede llegar a pagar hasta 1 millón de dólares por un cuerno de rinoceronte intacto y con una bonita forma.
Los cuernos no tienen un núcleo óseo, sino que están hechos de queratina, la misma sustancia que compone el cabello y las uñas. Nunca dejan de crecer y, si se rompen en alguna pelea, pueden regenerarse.
El problema aparece cuando, para extraer los cuernos, los furtivos atacan a los rinocerontes de forma salvaje y muchos de ellos acaban muriendo al lado de sus crías, que quedan huérfanas e indefensas.
Una iniciativa para salvar a los rinocerontes
Se calcula que, en el año 2017, se mataba un rinoceronte cada 7 horas en Sudáfrica, país en el que habita el 80% de los rinocerontes de toda África. Y en noches de lunas llenas especiales como la denominada “Luna de Sangre” de julio de 2018 o la “Superluna” de 2015, se contabilizaron hasta 9 rinocerontes muertos en una sola noche. A este ritmo de aniquilación, esta especie prehistórica que puebla nuestro planeta desde hace 15 millones de años podría extinguirse en un futuro próximo.
Con el fin de salvar a estos rinocerontes y sus crías, la fundación Great Plains Conservation y andBeyond decidieron en 2015 poner en marcha el proyecto Rhinos Without Borders, con el fin de trasladar un total de 100 rinocerontes desde las zonas de caza furtiva de Sudáfrica a reservas seguras en Botsuana. Desde el inicio del proyecto se han trasladado ya con éxito 87 rinocerontes y los equipos de seguimiento de Botsuana han reportado el nacimiento de 35 crías, nacidas en libertad.
El traslado entre Sudáfrica y Botsuana se realiza a bordo de aviones militares del ejército de Botsuana en los que los rinocerontes viajan de cuatro en cuatro en contenedores. Una vez el avión aterriza en una pista improvisada en medio de la sabana, los rinocerontes son sedados, inmovilizados y transportados hacia la reserva.
El traslado se realiza uno a uno, colgados boca abajo de un helicóptero y con una precisión milimétrica para no dañar al animal. Este método, visualmente impactante, es el más seguro para estos grandes mamíferos que, al estar sedados, no viven el traslado con estrés ni ansiedad. Cuando despierten, estarán a salvo en el que será, a partir de entonces, su nuevo hogar.
Este 2020, la pandemia ha agravado la situación de los rinocerontes y de otras especies que habitan en reservas y parques nacionales africanos. El cierre de fronteras ha generado una drástica bajada del turismo. Si no hay turistas, no hay safaris y los cazadores furtivos pueden campar a sus anchas y actuar de forma más fácil en zonas donde no hay gente. Además, miembros de estas comunidades que vivían gracias a trabajos relacionados con el turismo, ahora se encuentran sin dinero para comer y salen a la caza de algunas especies como modo de subsistencia.
Así, para mantener la seguridad de los rinocerontes trasladados a Botsuana, Rhinos Without Borders, ha decidido este año interrumpir momentáneamente el traslado de rinocerontes y centrar todos sus esfuerzos en el cuidado y monitorización del conjunto de 130 rinocerontes (contando adultos y crías) que constituyen el legado y la continuidad de esta especie en África.