Soraida Salwala, la mujer que dibujó un hospital para elefantes
Durante décadas, Soraida Salwala ha sido una figura silenciosa pero imprescindible en la defensa de los elefantes en Tailandia. Fundadora del primer hospital del mundo dedicado exclusivamente al tratamiento de elefantes enfermos o heridos, ha luchado contra minas antipersona, prejuicios de género y un sistema que muchas veces prioriza el beneficio turístico sobre el bienestar animal.
En esta entrevista, desde el Friends of the Asian Elephant Hospital (FAE), en Lampang, Soraida comparte su historia con una mezcla de sencillez, determinación y una inquebrantable ternura hacia los elefantes que han marcado su vida.
¿Qué le llevó a dedicar su vida al cuidado de los elefantes?
En mi infancia me encantaba ver los dibujos animados de Walt Disney. "Dumbo" me atrapó el corazón, sobre todo por la lucha de su madre por salvarlo de los otros elefantes del circo. Al final, Dumbo salvó muchas vidas. Además, durante unas vacaciones escolares (tendría unos 8 o 9 años), mi padre nos llevó, a mis hermanas, mi hermano y a mí, de excursión al noreste de Tailandia. No recuerdo la provincia, pero estábamos en la carretera cuando vi a un gran elefante tendido al borde del camino. "¿Qué le ha pasado al Uncle Elephant?" Su estómago subía y bajaba, seguía vivo. Mi padre no me dejó bajar, pero él sí lo hizo, y regresó para decirnos que "el Uncle Elefante fue atropellado por un camión". Años después, vi elefantes en Bangkok y me pregunté por qué tenían que dejar su hogar para ganarse la vida. Más tarde lo comprendí.
En 1989, dos elefantes cayeron por un acantilado en el Parque Nacional de Khao Yai. Uno murió y el otro luchaba por sobrevivir en la cascada. Pedí ayuda a una organización de fauna salvaje de la que era miembro. La respuesta se me quedó grabada para siempre: "Soraida, los elefantes mueren todos los días, ¿para qué molestarse?" Ese elefante también murió. Tres años después, otros cinco bebés elefantes cayeron por ese mismo acantilado. Fue tan trágico que me juré a mí misma: "Si nadie va a hacerlo, lo haré yo". Tenía que existir un lugar donde los elefantes enfermos o heridos pudieran recibir tratamiento adecuado.

El primer hospital de elefantes del mundo. ¿Cuáles fueron los principales desafíos?
Cuando pensé en construir un hospital para elefantes, no sabía que no existía ninguno. Incluso le pregunté al cofundador de FAE, el doctor Preecha Phuangkam, especialista en elefantes, si podíamos tomar prestado el plano de algún hospital. Su respuesta me sorprendió: "No hay ninguno, Khun Soraida". Así que me senté en el suelo con un palo en la mano y dibujé cómo debía ser una enfermería para elefantes. Tenía que ser un entorno que no les diera miedo. Rodeado de árboles y espacios abiertos.
Todo avanzó poco a poco, sin financiación. Fue muy duro. Además, me enfrenté a algo que no esperaba: yo era diferente, y era MUJER. El mundo de los elefantes, en los años 90, era un mundo de hombres. Sin formación específica, muchos me miraban con sospecha. Pero yo no tenía que demostrar nada. Era quien era, y lo sigo siendo.
Mi madre me enseñó a superar los obstáculos. Siempre me decía: "Haz lo mejor que puedas, hija mía". Yo le preguntaba: "¿Y si no puedo?". Ella respondía: "En ciertas circunstancias, haz lo mejor que puedas". Y eso es lo que hago. En mejores circunstancias, podría hacer más. Pero hago lo mejor posible en cada situación.
Sobre las minas antipersona
"Las minas fueron plantadas en Birmania (Myanmar). Los elefantes tailandeses eran llevados allí para trabajar en la tala de madera. Cuando no estaban trabajando, los dejaban sueltos para buscar comida, y entonces ocurrían los accidentes."
"Hemos tratado a unos 15 elefantes heridos por minas. Algunos tardaron años en recuperarse, otros murieron, y a otros tuvimos que sacrificarlos para poner fin a su dolor. Nunca ha sido fácil."
Elefantes emblemáticos. Casos como Motala y Mosha (pacientes del FAE) hicieron visible que las minas no sólo mutilan a personas; también hieren a grandes mamíferos que comparten rutas humanas.
Dónde y por qué afectan a elefantes. Muchas lesiones ocurren en la frontera Tailandia–Myanmar, donde elefantes tailandeses trabajaban en la tala en Myanmar y eran soltados a forrajear; en esas zonas persisten campos minados y restos explosivos de guerra.
Situación en Tailandia y Camboya. A finales de 2023, Tailandia reportó 21,79 km² de áreas contaminadas por minas antipersona en seis provincias (principalmente a lo largo de la frontera con Camboya). En Camboya persisten centenares de km² de contaminación, especialmente en el noroeste limítrofe con Tailandia.
En julio–agosto de 2025 se registraron nuevos incidentes con minas en la frontera tailandesa con Camboya que dejaron soldados heridos y reavivaron acusaciones cruzadas; ambos países mantienen su adhesión al Tratado de Otawa.

¿Algún caso que le haya marcado especialmente?
Todos los elefantes tratados en FAE tienen su propia historia. Algunas son tan desgarradoras que, si hablo de ellas, se me saltan las lágrimas. Sin embargo, Baby Honey, nuestra primera paciente, cuando el hospital aún no estaba construido, provocó una angustia tremenda.
Más allá de la cirugía y las prótesis, su fundación parece ofrecer una especie de dignidad a estos animales. ¿Cómo define «curación» en este contexto?
Algunos elefantes no pudieron soportar el dolor y tuvimos que sacrificarlos. Fue devastador para mí y para todo el equipo. Sin embargo, les ofrecimos el mejor tratamiento y cuidado posible, para que sintieran el amor y la compasión antes de su último aliento.


En los últimos años, ha habido una creciente concienciación, especialmente entre los viajeros internacionales, sobre las cuestiones éticas que plantea el uso de elefantes en el turismo. Sin embargo, siguen produciéndose accidentes. ¿Cuál es su opinión sobre el uso de los elefantes como atracción turística y cómo puede distinguirse entre el cuidado y la explotación?
Llevo años pidiendo a la industria turística que no explote a los elefantes que están a su cargo. Algunos son alquilados, y los propietarios de los centros no se preocupan por su bienestar. Los cuidadores no son mahouts, son solo empleados contratados para alimentarlos y montarlos. Esa relación ha cambiado mucho en las últimas tres décadas.
Yo preferiría que los elefantes vivieran en su hábitat natural, pero eso no resuelve la situación de los que están en cautiverio. Lo mejor es garantizar la seguridad tanto de los turistas como de los animales. Se podría permitir que los visitantes los observen comer, jugar, sin contacto directo. Pero la necesidad de interacción es tan fuerte que provoca accidentes evitables.
¿Cómo describiría la situación actual de los elefantes en el sudeste asiático? No solo en el turismo, sino también en la naturaleza y en otras formas de trabajo. ¿Están mejorando las cosas?
La situación ha mejorado para los elefantes que trabajaban en la tala de madera, ya que algunos países han prohibido o reducido esa actividad. Pero el turismo está aumentando, especialmente en países como China y Laos.
Trabaja en plena naturaleza y ha sido testigo de las estaciones monzónicas, el calor seco y los cambios en los bosques. ¿Cómo afectan estos ritmos a los elefantes y a usted?
Desde que el cambio climático se ha intensificado, el clima aquí es impredecible. Las olas de calor prolongadas nos afectan mucho, tanto a los elefantes como al personal y a mí. El humo de los incendios provocados en la región es peligroso. Tenemos que mantener a los elefantes hidratados. Hemos instalado ventiladores solares para los días de apagón prolongado. A veces, yo misma, tengo que evacuar a Bangkok, donde, sin embargo respiro PM 2.5 (las partículas nocivas) en lugar del humo de los incendios.


Ha creado un espacio donde los elefantes de más edad o con enfermedades terminales pueden vivir tranquilamente hasta el final. ¿Por qué es tan importante este proyecto de "Last Home"?
De alguna manera, algunos se quedan con nosotros durante el resto de sus vidas y otros siempre estarán en nuestros corazones como Motala, Mosha, Auan, Boonmee y Bobo. Existen instalaciones, llamadas santuarios, que tienen algunos elefantes jubilados a su cargo y espero que los cuiden bien.